domingo, 24 de marzo de 2013

Mi tercer pensamiento: "Los deberes. Capítulo 1"

Cuando hablo de deberes, me refiero a toda tarea repetitiva y sin sentido que algunos docentes quieren que los alumnos realicen en casa después del horario escolar. 

Hablo de copiar ciertas páginas no sé cuantas veces, hablo de volver a realizar en casa los mismos o parecidos ejercicios realizados en el aula, hablo de resumir un tema que es imposible resumir por la poca información que ya viene en el libro de texto, hablo incluso de escribir 100 veces el famoso "en clase no se habla", hablo de estudiar para aprobar exámenes y sepamos lo inteligentes que son nuestros alumnos, hablo de estudiar de memoria y si no es así el profesor nos baja la nota, hablo de tantas cosas, a mi juicio sin sentido que, creo, que como docentes tenemos que plantearnos la finalidad y el sentido de ciertas costumbres arraigadas en la escuela.

Apuesto, sin temor a equivocarme, que tenemos muy buenos profesionales, pero que debemos tomar conciencia de lo que está sucediendo en el aḿbito escolar y dar un giro para mejorar la calidad de la enseñanza. A día de hoy, las cifras indican que tenemos un 30% de fracaso escolar, si esto es así, algo hay que empezar a cambiar, y yo les aseguro que no es "mandar más deberes" a nuestros alumnos, ni aumentar la carga escolar, ni tener más horas de matemáticas, ni de lengua en perjuicio de otras áreas, en mi humilde opinión igual o más interesantes para el desarrollo evolutivo y cognitivo de nuestros alumnos.

Creo que los alumnos dedican horas suficientes en las aulas como para aprender y practicar lo aprendido en las mismas, sin necesidad de, una vez terminada la jornada escolar, y después de comer, dediquen más horas al estudio que ya realizaron en las aulas. Los deberes están generando problemas en el seno familiar, haciendo que los padres se conviertan en profesores - que no lo son - de sus hijos, la jornada escolar se incrementa sin necesidad alguna, impiden que los alumnos puedan dedicar su tiempo libre como quisieran a otras actividades como jugar, leer, hacer deporte, aprender a tocar un instrumento. Como solemos decir docentes y padres, "antes las obligaciones y después las devociones". Esto ya me lo decía mi padre, que en paz descanse, sometemos a los niños a un nivel de estrés que no les lleva a ninguna parte. Bueno sí, provoca malestar, odio a todo lo que huela a escuela y desgana en general. Todo en su justa medida está bien, pero más allá de eso no nos lleva a nada positivo y fructífero.

¿Algunos os habéis planteado seguir trabajando después del trabajo? Os imagináis al albañil poniendo ladrillos después de una dura jornada de 8 horas en la calle, al cirujano que viene de operar a seguir operando en casa? Yo al menos no, y como así pienso, me niego a mandar deberes repetitivos, sin sentido, que no sirven para nada y que la mayoría de las veces, se sitúan como elementos antipedagógicos, no está probado que sirvan para algo. Hablo de ese mandar deberes: 4 ejercicios de mates, 4 de lengua, 2 de inglés , 3 de conocimiento del medio, ... y esto casi a diario. Y todos decimos, "si sólo son unos cuantos ejercicios que harán en 15 minutos". Pero nos olvidamos de multiplicar - hay que repasar las tablas - ya que 15 por 4 ó 5 asignaturas, cuando no tienen un examen o tienen que entregar un trabajo, hablamos de un mínimo de 1 hora diaria, que finalmente es más porque el alumno no entiende lo que se le pide, por el ritmo con que pueda hacer las tareas, por el cansancio que provoca seguir con la tarea escolar después de 5 ó 6 horas en el colegio. En definitiva, creo sinceramente que el niño - todos lo hemos sido, ¡o ya no nos acordamos! - quiere hacer otra cosa, y tiene derecho a que sea así. Quiere JUGAR, o cualquier cosa que se le parezca, y este derecho es UNIVERSAL e inquebrantable.



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