domingo, 24 de marzo de 2013

Mi quinto pensamiento: "Los deberes. Capítulo 3"

Deberes y obesidad

No trato de alarmar a la sociedad en general con el encabezamiento de mi artículo. Sólo pretendo aportar otro dato más en torno al mundo de los deberes. 

Según algunos expertos, ya se empieza hablar de que "los deberes excesivos para casa no sólo aumentan el estrés de los padres (que se ven incapaces de asumir cualquier otra actividad por las tardes) y de los niños (que ya están agotados tras pasar siete horas en el colegio), sino que, al impedirles jugar, aumentan de forma notable las tasas de obesidad infantil, por lo que son, en definitiva, perjudiciales para la salud."

Pues eso, creo que muchos de nuestros hijos y alumnos pasan mucho tiempo sentados - esperemos que ¿estudiando? - dedicados a los quehaceres diarios encomendados por sus profesores, que no hacen más que alargar la jornada escolar y no favorecer el ejercicio físico, mediante el juego o cualquier otra actividad fuera de lo puramente académico.

So muchos los padres y madres que borran a sus hijos de distintas actividades extraescolares porque tienen que "hacer deberes", son como dioses sagrados a los que la sociedad da mucha importancia y del que el alumnado saca poco rendimiento, en la mayor parte de los casos, estrés y agobio continuado.

Actividades como el deporte, el juego, un paseo diario, una charla con la familia o los amigos o la música podrían favorecer en gran medida a paliar el cansancio que muchos de nuestros alumnos arrastran en el día a día; a romper con lo anodino, lo cotidiano. Es lo que hacemos la mayoría de la gente cuando terminamos una jornada de trabajo; hay que desconectar para que lo trabajado o lo aprendido se tome su tiempo y se encaje dentro del engranaje de la vida.

Muchos días, en mis clases diarias, los alumnos me comentan que tienen un examen - ya dedicaré otro pensamiento a los exámenes - y me piden la hora para estudiar, normalmente les digo que no, que deben relajarse y hablar de otra cosa. Todo a su tiempo. Las clases anteriores son y serán sus momentos de aprendizaje y su preparación para ser ciudadanos del mundo. Para ello, y gracias a la ayuda del profesor, los alumnos tienen que ver que la clase es un momento mágico de aprendizaje, que son consciente de ello, que así se lo mostramos los profesionales y que eso será la base de su propio conocimiento y aprendizaje individualizado.

En definitiva, dejemos que los niños aprendan, aprendan a aprender y respetemos su tiempo de ocio favoreciendo la actividad más allá del plano académico, para que entiendan que la escuela les ofrece momentos únicos de aprendizaje, y de esta manera evitar otros problemas añadidos como pudiera ser la obesidad, que no es un invento mío, sino una sombra que acecha a muchos de nuestros escolares en la actualidad. Está claro que hay otras causas que provocan la obesidad, como los manos hábitos alimenticios, pero el sedentarismo también, y los deberes fomentan este aspecto.

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